Un trauma infantil surge a partir de una situación dolorosa y angustiante que vive una persona en su niñez. Habitualmente, los traumas en la infancia tienen consecuencias, tanto físicas como mentales, de larga duración, afectando así en la vida adulta. Y es que, en muchos casos, el origen de las alteraciones en la conducta se encuentra en las experiencias traumáticas que se viven en la infancia. Conoce cómo funciona la mente de los más pequeños y profundiza en terapia infantil a través de nuestro máster en psicología infantil. Y si quieres saber más sobre la relevancia de los traumas en la infancia, sigue leyendo este post.
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¿Qué es el trauma infantil?
Como hemos mencionado, un trauma infantil es una situación que genera dolor y angustia a un niño. Estas situaciones tienen consecuencias negativas sobre el estado físico y psicológico de la víctima y los efectos pueden durar años, incluso en la edad adulta. De hecho, muchas de las personas que acuden a terapia en su vida adulta suelen experimentar, todavía, las consecuencias de traumas de la infancia.
Es por esto que la atención psicológica en niños es imprescindible para detectar alteraciones psicológicas en la edad adulta. Si se obvian pueden derivar en una serie de problemas o trastornos que repercuten en las relaciones con los demás. El entorno en el que vive el niño es, sin duda, uno de los factores que influye en el desarrollo de un trauma.
Causas más comunes del trauma infantil
Según el tipo de situación vivida, hay traumas que pueden afectar directamente al niño (por ejemplo, que haya recibido abusos) y otros que le afectan de forma indirecta, porque vienen de su entorno. Las causas más comunes del trauma infantil son las siguientes:
- Presenciar accidentes.
- Ser víctima de bullying o ciberacoso.
- Crecer en contextos problemáticos y presenciar situaciones de violencia, drogas, malos tratos, etc.
- Experimentar la muerte de un ser querido.
- Ser víctima de abuso emocional y físico.
- Divorcio de los progenitores.
- Ser víctima de abusos sexuales.
- Desarrollarse en entornos de riesgo y exclusión social.
- Sufrir alguna condición médica grave o repentina.
- Presenciar situaciones de guerra y el terrorismo en su entorno.
¿Cómo se manifiestan los traumas en la infancia?
Cuando un niño está experimentando un trauma o ha sido víctima reciente de uno, suele presentar una serie de síntomas comunes. Algunos perduran hasta la adultez, siendo los más significativos:
- Dormir demasiado o poco.
- Comer poco o en exceso.
- Humor irritable o ira inexplicables.
- Dificultad para concentrarse.
- Preocuparse de forma obsesiva o generalizada.
- Ansiedad por separación de los padres.
Los síntomas generales suelen comparten similitudes con las señales propias de la depresión o del trastorno de ansiedad. Cuando se sospecha que un niño puede estar pasando por una situación traumática y que está experimentando estos signos, se debe acudir a un profesional para que realice una valoración y establezca el tratamiento más adecuado.
Consecuencias de un trauma infantil
Aunque el recuerdo del trauma haya desaparecido gracias a los propios mecanismos de defensa, siempre hay ciertos síntomas que pueden resurgir. Asimismo, los traumas pueden ser múltiples o simples, en función de la frecuencia o la cantidad de situaciones que se hayan experimentado. Y las consecuencias de dichas experiencias son las siguientes:
- Ansiedad generalizada.
- Ataques de pánico.
- Depresión.
- Trastornos del sueño y pesadillas.
- Flashbacks, sonidos intrusivos o sensaciones recurrentes aisladas.
- Dolores o molestias físicas crónicas.
- Pérdida de memoria.
- Desorientación.
- Falta de empatía en las relaciones.
- Hipersensibilidad a ciertos estímulos.
- Problemas para concentrarse.
- Disfunciones sexuales.
- Pérdida de autoestima.
¿Cómo tratar un trauma infantil?
El primer paso para poder superar un trauma es identificarlo y tratar de afrontarlo con la ayuda de un especialista. Se trata de un requisito imprescindible para comprender qué pasó y cómo se puede evitar que siga afectando en la vida cotidiana. A lo largo de este proceso, la guía de un psicólogo es fundamental para favorecer la superación en el paciente.
El primer cometido del psicólogo es detectar cuál es el trauma para aplicar el diagnóstico y el tratamiento oportunos. El especialista tratará de concienciar al paciente para que no sienta culpa o responsabilidad de haber experimentado esa situación traumática.
Además, el terapeuta deberá investigar cómo afectan los eventos traumáticos al día a día del paciente. A partir de ahí, se aplicarán psicoterapias para modificar los pensamientos relacionados con la vergüenza o la culpa, promoviendo el bienestar emocional y el fortalecimiento de la autoestima y la autoconfianza.
Es importante apuntar que cuando termina el proceso terapéutico no se elimina el trauma, sino que se aprende a convivir con él. Es decir, la persona es consciente de su existencia, pero puede llevar una vida normal sin que ello influya negativamente en su calidad de vida. Así pues, el paciente sabe y acepta lo que ocurrió, pero lo habrá procesado y, de alguna forma, las secuelas se habrán mitigado en el tiempo.
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