Cuando Newton vio como caía una manzana, le picó la curiosidad y quiso saber el porqué pasaba este fenómeno. Gracias a esa curiosidad, ahora tenemos la ley de la gravedad. La curiosidad lleva a desarrollar el espíritu crítico y la iniciativa emprendedora, es por ello que desarrollar la curiosidad en los niños es de gran importancia. Muchos padres y educadores, sin querer mal alguno, coartan esta curiosidad después de escuchar infinitas preguntas del porqué de las cosas. En el post de hoy te explicamos cómo incentivarla y estimular esta curiosidad tan preciada. Si estas interesado en este ámbito, te invitamos a que le eches un vistazo al curso de estimulación multisensorial en el aula.
Índice de contenidos
Antes de empezar, ¿qué es la curiosidad?
La curiosidad es un comportamiento natural e innato que todo ser humano desarrolla desde el momento de su nacimiento. Es el querer saber algo mediante la investigación, la observación y el aprendizaje. Nos impulsa a buscar información sobre un tema para después interactuar con el ambiente o con otros.
5 tipos de curiosidad
Algunas recientes investigaciones han afirmado que dependiendo del tipo de curiosidad que tengamos estaremos más o menos preparados para resolver según que tipo de conflictos. Te mostramos cuáles son los cinco tipos de curiosidad que se conocen.
Exploración alegre
Prototipo clásico de la curiosidad. Se asocia a la alegría que te genera aprender nuevas cosas. Es la búsqueda de nuevos conocimientos e información sobre determinados conceptos que no entendemos o no conocemos.
Sensibilidad a la carencia
Por contraposición, esta curiosidad nace de la ansiedad y la tensión, ya que es la búsqueda de una solución de un problema o el intento de recordar algo que no te viene a la memoria.
Tolerancia al estrés
Esta curiosidad se hace patente cuando se acepta la duda o la ansiedad ante momentos o situaciones de cambio o eventos nuevos, complejos o misteriosos. Es un mecanismo de defensa ya que ayuda a reducir las resistencias a estos cambios. Permite preguntarse qué puede haber más allá del miedo.
Curiosidad social
Esta es la parte más chismosa o cotilla del ser humano. Se trata de cuando queremos saber qué piensan y hacen otras personas al escuchar conversaciones. Es el querer conocer la vida de los demás a través de la prensa o las redes sociales, por ejemplo.
Búsqueda de emociones
Esta es la que nos anima a sentir nuevas experiencias y sensaciones, a asumir riesgos y a mantenernos en movimiento.
Etapas de la curiosidad en los niños
Nacemos con una curiosidad latente que no es más que instinto de supervivencia. Conocer el entorno para un ser vivo es clave para su integración y es por ello que la curiosidad nos lanza a explorar con gran avidez a partir de los 2 años.
2 años
A partir de esta etapa los niños ya no son tan dependientes de la figura de su cuidador y es cuando verdaderamente nos enfrentamos con el mundo que nos rodea. Los bebés a esta edad ya se mueven por todas partes, son más conscientes de si mismos y de su alrededor. Aumenta así su deseo de explorar nuevos objetos y la curiosidad por las otras personas.
De 3 a 5 años
Entramos en la primera infancia y con ello la conocida etapa del “¿por qué?”. El mundo de estos niños empieza a expandirse y a hacerse más grande. Es por ello que necesitan entender su entorno. Sienten curiosidad, pero también pueden estar asustados por las novedades que cada día les aguardan. Empiezan a ser más independientes y comenzarán a ser más curiosos con los adultos y niños que no son de su entorno familiar.
De 6 a 8 años
La edad que empiezan a ir a la escuela hace que los niños entren en contacto regular con un mundo más extenso. Es por ello que es aquí cuando no podemos cuartar la curiosidad, por ejemplo, dando explicaciones demasiado sencillas ni dejar que reflexionen sobre temas. La educación con respuestas prefabricadas como: “es así porque sí” no funcionan, matan la curiosidad.
De 9 a 12 años
En esta etapa el niño deja el egocentrismo propio de las etapas anteriores y hace un gran avance en cuanto a socialización y objetivación del pensamiento. El niño ya no queda limitado a su propio punto de vista, sino que es capaz de considerar otros puntos de vista y sacar conclusiones.
Prácticas para desarrollar la curiosidad en los niños
Tener curiosidad es buscar el aprendizaje continuo y no hay nada mejor que un niño que desea aprender por el mero hecho de saber más cosas, que no por imposición. Te contamos algunas prácticas para fomentar esta curiosidad en los niños.
Responder a todas las preguntas que los más pequeños nos hagan, aunque puedan ser muchas. Si una pregunta no sabemos responderla, le enseñaremos al niño cómo buscamos la solución, puedes coger un libro o enseñarle a buscar por Internet.
Proporcionar a los niños muchos materiales con temas complejos, ya que es esta complejidad la que fomenta la creatividad. Resolver la pregunta de porqué un cuerpo flota por el principio de Arquímedes no explica nada. El niño solo aprenderá el nombre, no lo entenderá y no preguntará más.
La rutina también mata la curiosidad y las ganas de aprender cosas nuevas. Es por ello que recomendamos realizar actividades inesperadas, los niños no se lo esperarán y les gustará más realizarla.
Para finalizar, recordar que aquellos niños que desarrollen mejor la curiosidad mejorarán circunstancialmente la capacidad de observación, aprenderán más rápido y se sentirán más motivados a seguir aprendiendo, incluso cuando se equivoquen, verán ese error un elemento positivo. La curiosidad en todas las etapas de la niñez es imprescindible su desarrollo, para comprender el mundo que les rodea, para aprender cosas nuevas y excitantes, pero, sobre todo, para saciar el hambre de saber.